En el laboratorio de análisis de un pueblo de Murcia, 4 marroquíes esperan a primera hora para una prueba testigo de no estar contagiados con el virus de moda. Son entrados en años, se les nota cansados, la ansiedad y el temor en el rostro; las manos callosas, de trabajo manual duro. Demostrar que ese día no están contagiados les cuesta un dinero que no tienen, y que les serviría para comer varios días, pero necesitan desesperadamente el impreso: creen que con esa garantía será más fácil que les cojan para unas pocas peonadas que les permitan dar de comer a su familia.
La mayoría de estos marroquíes llegaron a España sin documentación que les permitiese entrar legalmente en España. Traían muy poco dinero, ni siquiera pudieron pagar el lujo de presentarse en nuestras costas subidos en una patera con el pasaporte en una mano y el teléfono móvil en la otra, jóvenes y con buena salud. No disponían de dinero para pagarse el billete de avión entre Canarias y la Península, y tampoco fueron alojados en centros turísticos con comida y atención médica gratuitos.
Los tiempos han cambiado incluso para los motivos de migración, y por supuesto para las mafias, bien se trate de migrantes de primera o de segunda. A finales de 2020 el número solamente de marroquíes censados en España es de casi un millón. Y censado no es sinónimo de estancia legal en el país.
Las mafias que se ocupan de colocar inmigrantes africanos de segunda en Europa no lo hacen por ganar únicamente el dinero que perciben por presentar pateras con gente en nuestras costas, sea cual sea el motivo de la migración. El emigrante ha de seguir rentando dinero al pasar a ser inmigrante, cuando llega al otro lado del Estrecho.

Nadie suele preguntarse porqué los nacionales en paro no trabajan en el campo. ¿No quieren o no interesan?
Hoy 12 de Diciembre de 2020 se ha sabido de una operación de la Policía contra una empresa familiar española en Fuente Álamo (Murcia) que pagaba 2€/hora, sin horario y en condiciones cainitas a trabajadores extranjeros con estancia ilegal en España, y que disponía hasta de un escondite subterráneo para ocultarlos en caso de inspección.
Las condiciones en que viven y trabajan una gran parte de los trabajadores ilegales, se muestran como la causa principal de la dificultad para reducir el número de contagios en las localidades murcianas de Torre Pacheco y Los Alcázares. El pánico a perder una sola peonada hace que traten de ocultar síntomas o contacto con contagiados. Ellos y sus familias necesitan comer. Los inmigrantes del Campo de Cartagena son distintos de los que alojan en los «resorts» de Canarias.

Son las mafias del otro lado del Estrecho. Basta con hacer una sencilla búsqueda en Google:
«explotación laboral campo de cartagena» y éste es el resultado. Y hablamos de unos meses en los que el confinamiento era exhaustivo… pero los productos debían seguir llegando a su destino. Las mafias siguieron con su negocio.

Lo de ahora es, simplemente, una invasión.