La gente útil y el recibo de «la luz»

Decir que Francia es un país chovinista lo consideramos una obviedad.

Olvidarnos de ello es una necedad.

Los españoles somos justamente la antítesis del chovinismo, y quizá por ello, hemos acabado como clientes de los franceses.

Hoy es noticia que el precio de «la luz» (forma coloquial del paganini de llamar a la energía eléctrica) es muy caro, y buscamos culpables -uno de los deportes favoritos de todo español que se precie- en los gobiernos de turno, procurando no mirar a otro lado para poder comprender que el precio no lo marca el gobierno. El gobierno solo chupa lo que considera menester, pero lo que es el precio de «la luz» lo marca un mercado internacional sujeto a la economía de importación y exportación, entre otras, como nos muestran los gráficos correspondientes a agosto de 2021 en el chiringuito Red Eléctrica Española. Si, REE debe ser algo realmente importante y vital en el mercado de «la luz», a juzgar por los 500.000€ anuales que le sueltan a su presidente.

Puede observarse con facilidad que la mayor importación de energía eléctrica, durante el mes de agosto de este año, la compramos a lo chovinistas, igual que sucede los otros 11 meses; mientras que nosotros nos entretenemos majándonos a palos como inmortalizó Francisco de Goya, y mientras le soltamos el pastón religiosamente a Francia. Eso si: a excepción de la sisa de nuestro gobierno de turno.

¿Y por qué compramos tanta energía eléctrica a Francia? Pues por dos razones elementales: porque Francia se ha convertido en el primer productor de energía nuclear en Europa, con 58 centrales nucleares que albergan 72 reactores, y porque producen la suficiente energía eléctrica para dedicar buena parte de ella al negocio de la exportación.

Esas dos razones son razones chovinistas, y Francia nos demuestra en cada acto que los intereses que ellos ejercen por su nación, es diferente del de los españoles con la suya. Es como si lo de «Una, Grande y Libre» ahora lo practicaran ellos, mientras que en España eso es delito, y el lema de nuestro país ahora es «Troceada, Invisible y Esclava».

Entre finales de los 70 y principio de los 90 del siglo pasado, la cosa nuclear en Europa anduvo muy activa, había que posicionarse en el mercado, y hacerlo sólidamente. Por esas fechas (1978), Greenpeace estaba muy interesada en ganar lo que ahora llaman «visibilidad» y adquirió un buque insignia para la organización, al que llamaron «Rainbow Warrior». El auge de las nucleares rápidamente se convirtió en bandera de Greenpeace a nivel mundial, procurando llamar la atención sobre sus postulados antienergía nuclear en todo el mundo, y tenían claro que las pruebas nucleares subterráneas que Francia estaba llevando a cabo en Polinesia francesa, en el atolón de Mururoa era un objetivo suculento. Y empezaron a protestar por aquellos lares mediante su buque insignia.

Pero los franceses son chovinistas y Greenpeace molestaba a sus intereses, de modo que a mediados del 85, una noche en que Rainbow Warrior estaba amarrado en un puerto de Nueva Zelanda, a unas 3.000 millas náuticas de Mururoa, unos pocos kilos de explosivo dejaron al guerrero y su arco iris fuera de juego. Según concluyó la justicia francesa, los servicios secretos de Francia eran culpables del hundimiento del colorido guerrero.

No cabía duda de que lo de «ganar visibilidad» de verdad, resultaba altamente eficiente con la actividad antinuclear en cualquier país… excepto Francia. Ya desde finales de los 70 ETA, una organización terrorista vasca, que mantenía sus guaridas y arsenales en Francia, tomó la bandera antinuclear y en su nombre llevó a cabo -en España, claro- más de 80 atentados, asesinatos incluidos, contra la central vasca de Lemóniz. Como ese goteo no funcionaba decidieron llamar más la atención secuestrando y luego asesinando a un ingeniero jefe, de la central nuclear. Eso si. Eso funcionó y 3 años después se paralizó la central.

Tres décadas después aquí nos quejamos de «qué caro es el recibo de la luz«. Quizá alguno de los que se quejan hoy, hace 30 años era devoto siervo antinuclear.

Cosas de la vida.

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