Puede cambiarse. Es factible hacerlo. Aparentemente nada lo impide. Aparentemente.
A fecha de hoy, es bastante probable que sea usted una de las personas a las que cada vez le cuesta más comprender las actuaciones de su gobierno, o de aquellas a las que cada vez les cuesta más aceptar las imposiciones de ése gobierno.
Son muchas las personas que hoy mismo -si se lo solicitasen- firmarían una propuesta para cambiar el actual estado de cosas, o que pedirían la firma de otros para apoyar multitudinariamente un cambio de la situación. O que secundarían una propuesta de asociación o de acción encaminada en ése sentido.
Incluso hay ya propuestas circulando por ahí que cubren un amplio abanico de opciones: desde el golpe de Estado, a la retirada de la legítima autoridad del gobierno mediante un referéndum que, por su propia naturaleza, resultaría ilegítimo.
Cuando lo convulso de la situación es utilizado para hacer propuestas ajenas al modelo democrático, significa que muy probablemente ha llegado el momento de reconsiderar algunos viejos tòpicos.
La unión… ¿de verdad hace la fuerza?
Observará usted que todas y cada una de las propuestas que encuentre (o que le ofrezcan) como soluciones a los actuales problemas sociales, pasan por poner de acuerdo a un número indeterminado de personas mediante recogida de firmas, asociación, agrupamiento temporal, concentraciones, manifestaciones, acampadas, ocupación de lugares, etc.
Creo que a usted no le costará mucho suponer que cuando cualquier gobierno observa un movimiento que trata de oponerse, haga algo al respecto. Por esa misma razón, podrá entender que cuando un gobierno detecta un movimiento hostil, trate de anularlo o, cuando menos, controlarlo. Las técnicas más habituales son la escisión de ese núcleo hostil, con el propósito de debilitarlo, o apoderarse de la gestión de ese movimiento social . Todos somos capaces de localizar movimientos sociales que nacieron con las mejores intenciones y han terminado convertidos en agrupaciones desorientadas… y debidamente subvencionadas en algunos casos.
Aunque, en la práctica, la realidad es muy distinta, porque la mayoría de nosotros permanecemos cómodamente instalados en el confort que proporciona una supuesta impotencia. Decimos, mientras tratamos de convencernos de ello, que «nosotros solos no podemos hacer nada», y asumimos como cierta esa presunta impotencia como individuos. Pero ¿de dónde procede esa especie de pereza mental?.
Esa asunción voluntaria que adoptamos -y defendemos- con total vehemencia, de que nada podemos hacer nosotros solos por cambiar las cosas, es una de las herramientas que mejor maneja un gobierno, porque esa asunción es la que nos conduce directamente -como si fuéramos atunes en la red- a esa especie de almadrabas en las que como ya hemos visto, quedamos atrapados a merced de los gobiernos. No es por casualidad que en la última década intenten convencernos insistentemente, a través de gurús y evangelistas varios, de la bondad e incluso la necesidad del «trabajo en equipo». La idea de anular al individuo para integrarlo en «el equipo» es la antesala del pensamiento global. Curiosamente, los predicadores del «trabajo en equipo» jamás se integran realmente en «el equipo». «El equipo» es un concepto para aglutinar únicamente a la base de la estructura social que se pretende manejar; nunca a sus mandos. El ejemplo más gráfico del «trabajo en equipo» lo tenemos en las ovejas pastando en grupo para desbrozar un campo. Y el más trágico en los soldados durante una batalla. Para conseguir que se dejen matar a puñados lo primero que se hace con un soldado es extirparle el hábito de pensar individualmente.
El individuo bien adoctrinado para «el trabajo en equipo» ya no es consciente de que se ha convertido en un perezoso mental. Ahora, su mecanismo para reaccionar ante un problema consta de dos preceptos:
- El problema es culpa de otro.
- La solución me la facilitará otro.
el miembro de «un equipo» está bien instruido en que él solo nada puede hacer. Que lo que sea, debe hacerlo «en equipo», siguiendo las instrucciones que «alguien» le dará. Por tanto, mientras «alguien» no le diga nada, permanecerá inactivo.
Un vistazo en su entorno más próximo, puede permitirle comprobar lo incrustada que se encuentra la asunción de esa impotencia dentro del tejido social. Y puede corroborar la intensidad de esa asunción, mediante un sencillo test para constatar la resistencia a cambiar de criterio en quienes la asumen: sugiera a la persona elegida, que habría que pensar en hacer algo para intentar cambiar la situación actual, y observe. Lo habitual es que esa persona le pregunte a usted qué es lo que cree que debería hacerse, o bien, que responda con alguna idea prestada.
En términos generales, el individuo está convencido de que no puede actuar individualmente, y ello le conduce inexorablemente -si decide rebelarse- a alguna de las almadrabas en las que los rebelados quedan a disposición de lo que el gobierno decida hacer con ellos..
Una de los motivos que inducen al individuo a la sensación de impotencia es un error muy común, que consiste en creer que no pertenecer a un grupo estructurado y organizado equivale a estar sólo.
Hágalo usted mismo
El efecto más evidente de la pésima actuación de la especie política que actúa en España, es el colapso económico y financiero al que nos conducen, y la coincidencia de que a nadie nos ha gustado
De forma generalizada se han encargado de gastar por encima de lo posible. Por tanto, hay quien opina que son muchos los políticos de diferentes partidos que deberían ir a la cárcel. Otros opinan que antes deberían devolver el dinero. Aunque lo cierto es que legislatura tras legislatura suelen aparecer los mismos personajes en un lado u otro del gobierno, pero siempre dilapidando recursos públicos.
Y es de dominio público que lo que más daño puede hacer a quien vive de la política sin ser político, es dejarle fuera del juego. Para algunos incluso, que jamás han llegado a trabajar, puede llegar a ser un calvario. Tal vez usted considere que una buena solución pasaría por inhabilitar a todos aquellos políticos que se sirven del pueblo en lugar de servirlo. Y probablemente piense que conseguir esa inhabilitación pueda eternizarse o simplemente no llegar jamás. Está en lo cierto… si confía, como siempre, que sus problemas los solucione otro, aunque sea un juez. Por tanto le propongo que lo haga usted mismo. Y es de lo más sencillo.
La exclusión de esos individuos consiste en rechazar cualquier próxima lista de candidatos en la que aparezcan. Es la manera más efectiva, rápida y eficiente de inhabilitar a estos personajes. Y el partido que cometió el error de incluir en sus listas ese nombre contaminado, sabrá que la candidatura del partido ha sido rechazada precisamente por causa del personaje en cuestión.
Lo que -de momento- aún no puede gestionar un gobierno occidental es la actitud individual de sus ciudadanos. Actuemos pues todos y cada uno de nosotros, individualmente, en la exclusión de aquellos que nos causan perjuicio.
Cómo identificarlos
Pues es bastante sencillo.
Por ejemplo: el pasado 28 de Junio, en el BOE apareció una novela bajo el breve y sugerente epígrafe » Presidencia de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, por la que se convocan subvenciones a las Organizaciones No Gubernamentales de Desarrollo para la realización de proyectos de cooperación para el desarrollo, incluidos los de Educación para el Desarrollo en España, correspondiente al año 2012.» en la que parece ser que la palabra «desarrollo» tiene algo que ver, y en la que en la primera página nos anuncian que en cualquier momento, OTROS 26 milloncejos de euros MÁS podrían salir volando. Entonces no tenemos más que seguir leyendo y en la página 17 encontramos la firma de semejante acto de piratería: un tal Juan López-Dóriga que es director de una cosa que tiene un presidente, y siguiendo el rastro vemos que el presidente es secretario de Estado del asunto desarrollero y que es un tal Jesús Gracia.
Bueno pues no tenemos más que marcar esos dos nombres y añadir los de sus jefes que les autorizan semejantes acciones: el ministro del asunto y el presidente del gobierno.
Otro ejemplo es el de una señora llamada Carmen Plaza, a la que podemos localizar en la página 11 de éste enlace al BOE, en la que aparece como firmante de otra idea para gastar dinero en cosas de «igualdad». Y ya puestos ¿por qué no subvencionan también la libertad o la fraternidad?
Es sencillo encontrar y poner nombre a la mayoría de los autores (y los cómplices) del despilfarro público. Sólo hace falta buscarlos. Ellos solos se descubren. Sirva de ejemplo vergonzante de la estupidez humana el caso de la deuda de 30 millones de euros a Correos por parte del gobierno valenciano. Una de las posibles causas fue publicada aquí hace unos días. Lo que entonces no había visto es la existencia de éste otro sitio (tienen varios) del gobierno de Valencia en el que ¡pásmense! cuentan las bondades de la firma electrónica. Ejemplos como el de Valencia son una tentación para considerar de una tacada a todos los políticos del gobierno valenciano contaminados, pero sería una injusticia y tampoco es lo que se persigue.
Una lista donde poder localizarlos
La lista de gente contaminada puede confeccionarse para uno mismo o para ponerla a disposición de todos. El caso es preparar un bote en el que poder colocar el nombre del impresentable (nunca mejor dicho), la fechoría o torpeza que le es atribuible en función de su acción u omisión, y en el que cada uno pueda consultar los nombres de quienes aspiran a que les sentemos en la poltrona. Si tiene antecedentes de malhechor social simplemente le inhabilitamos. Le excluimos.
La lista de excluibles debe confeccionarse con la identidad de cada uno, posición o cargo ocupado, fechoría o estupidez achacable debidamente documentada, partido al que pertenezca (en su caso), y nivel de responsabilidad política en el hecho.
La lista deberá estar siempre disponible para poder ser consultada y así quitar la opción de participar en el gobierno del pueblo a los sinvergüenzas y los memos.
Aparentemente
Decía al principio que aparentemente nada nos impide inhabilitar y excluir a los enemigos del pueblo. Pero éso son sólo apariencias, porque tal y como se podrá comprobar en las próximas elecciones, la mayoría de aquellos que pudieran estar de acuerdo con esta propuesta, seguirá esperando a que alguien continúe la lista, la conserve, la ponga a disposición de todos… es decir: a que alguien le solucione sus problemas.
Si tiene usted algún comentario o sugerencia, le agradecería que la comparta públicamente, pinchando para ello en el «bocadillo» superior a la derecha.
La idea es buena, puesto que todo el mundo, individualmente, debería de tener iniciativas para intentar cambiar un modelo de Estado que ha demostrado ser un fracaso, no solamente de estos últimos meses, sino que este fracaso ha sido como una muerte anunciada desde hace mucho tiempo. Lo que no creo que sea tan eficaz es la iniciativa privada como tal, es decir que si no se difunde sería como predicar en el desierto, o se llegaría al principio de la ineficacia de la opinión, o lo que es lo mismo llegaría al olvido en poco tiempo. Por eso está bien que todos empezásemos a crear nuestras listas de personas cerca o dentro del poder que serían candidatas a la anulación, pero esa lista debería ser del dominio público para que todo el mundo pudiera adherirse y participar en esta propuesta de eliminar a todo aquel que no merezca en absoluto tener acceso a cargo público alguno, tal vez si todos empezamos a buscar y a difundir esos nombres logremos hacer que llegadas las elecciones, las listas electorales, ya que no hay forma de que sean abiertas, por lo menos fueran cerradas a todo aquel que no mereciera estar en ellas.