Una de las 3 cosas que más felicidad me han aportado en la vida fue salvar la vida, con mi iniciativa personal, a 5 personas a las que conocí perfectamente y sin que cuatro de ellas supiesen jamás de mi existencia; por ello, estoy en condiciones de poder intentar imaginar lo que debe sentirse al salvar la vida (con alta probabilidad) a 12.087 personas en once meses. Hablo de SOS Mediterranèe, MSF y de las 79 operaciones llevadas a cabo en esos once meses, a bordo del MV Aquarius, trabajando de forma incesante entre Libia e Italia. En la imagen puede verse su posición de hace dos minutos cuando escribo esto, en la enfilación entre Chebba (Túnez), la isla de Lampedusa (Italia) y de isla de Malta, navegando dentro de la zona económica marítima de Túnez, aunque fuera de sus aguas territoriales. Ya no aparecen en los noticieros, ni antes de la operación Valencia tampoco… pero siguen ahí. Salvando vidas sin fuegos artificiales ni bufonadas políticas. Sencillamente, al día siguiente ya no «salieron en la tele» por lo que literalmente dejaron de existir. Pero ahí puede verlos. Donde estaban antes y estarán después. Abnegación silenciosa y discreta.

Posición del MV Aquarius durante la redacción de este escrito
La mediática travesía de 1.500 millas náuticas de los 629 famosos rescatados en esa operación, fue acompañada por el guarda costas italiano Dattilo y el Orione, de la marina militar italiana, que ayudaron a transportar a los migrantes recogidos por el MV Aquarius. A la llegada a Valencia esperaban, aparte de los políticos para hacerse el retrato, 683 periodistas de 100 países, más periodistas que migrantes.
Una vez superado el shock mediático-emocional de esa travesía, y pensando sólo en el caso del MV Aquarius, y únicamente contemplando el viaje populista (la ida Libia-Valencia), dada la motorización del buque,, dimensiones, carga y estado de la mar, es previsible calcular que tan solo en carburante emplease unos 4.000 kg. de gasoil/día, es decir unas 32 toneladas de carburante, lo que unido a los gastos del viaje de vuelta, personal, y añadendo los de los otros dos buques, nos lleva a pensar en beneficios y perjuicios, en a quién beneficia el show montado en torno a esta particular intervención del MV Aquarius, y en a quién perjudica. Los 629 del MV Aquarius representan un 0,084% de los migrantes anuales del Mediterráneo. ¿Quién pagó todos esos miles de euros, y por qué solo a esos?. ¿Por qué esta hipocresía solo en torno a ese escaso 0,084% de migrantes? ¿Qué pasa con el resto, con ese 0,4% de fallecidos anónimos, por ejemplo?. ¿Por qué a 629 los espera el show solidario y a los otros centenares de miles no les espera la fanfarria y la pompa de políticos y periodistas?
Dado que estos barcos de ayuda lo que en realidad están haciendo dentro de todo el sistema migratorio montado, es asegurar el transporte de los migrantes, son los propios migrantes los que aparecen más visibles como beneficiados. Pero… a nadie se le escapa que para las mafias, cuyo negocio está basado en el transporte marítimo ilegal de personas, con un volumen estimado de 750.000 «clientes»/año, a una media de 1.000€/persona, poder vender como «aliciente» la posibilidad de que el transporte sea el más seguro posible, se convierte en una muy buena oportunidad para el negocio.
Los que más se benefician en la orilla africana son los mafiosos, y los que más se benefician en la orilla europea son -también- los mafiosos. Un migrante subsahariano puede proceder de lugares distantes del punto de embarque 5.000 kms. o más y su recorrido, transporte marítimo incluido, se dice que viene costándole entre 4.000€ y 5.000€. Luego, y si el migrante tiene suerte (es un decir) es soltado por las autoridades en Italia o España pero sabe que vuelve a tener que trabajar para otras mafias de la otra orilla. El emigrante va a ser un muñeco roto. Nadie le va a facilitar un permiso de trabajo, la posibilidad de integrarse dignamente, ni la posibilidad de eludir las mafias. Todo van a ser flores de papel y pompas volátiles de dignidad. Vuelve a caer en el ciclo del negocio. La idea original de poder ir devolviendo el dinero a sus familiares y amigos se desvanece en el tiempo, esperando tener lo mínimo para sobrevivir, mientras la sociedad le olvida completamente.
Desde las 9 de esta mañana, otro barco, en este caso el Lifeline con bandera holandesa, y fletado para la ONG alemana Mission Lifeline, que el pasado jueves embarcó a unos 200 emigrantes a los que recogió en las aguas del norte de Libia, permanece sin movimiento ubicado en la zona marítima equidistante entre Malta y Lampedusa, quedándose sin abastecimientos e intentando negociar ayuda, combustible, alimentos, mantas, etc.. Malta dijo claramente que negaba su ayuda por haber desobedecido la orden de esperar a la llegada de la Guardia Costera libia, lo que habría avocado a los inmigrantes a regresar a África, y la Guardia Costera italiana parece ser que se desentiende igualmente de la actitud del Lifeline. Algunos ya sonríen mirando hacia España.
Resulta inevitable comparar la eficiencia y efectividad de esas ayudas a la migración, con la efectividad y la eficiencia in situ de organizaciones como la Fundación Vicente Ferrer en India. Sobrecoge comparar el dinero movido con la migración con el resultado obtenido. Impresiona comparar el beneficio obtenido por el necesitado en ambos casos. Impresiona comparar la cantidad de postureo con la migración y la discreción de quienes trabajan in situ. Como satisfacción produce el no tener que pagar tributos a la mar en vidas humanas ni tributos al negocio del tráfico de personas.