Es difícil superar los niveles de estupidez de una sociedad afanada en ello, y no digamos nada con la dictadura del General Buenismo. Por ejemplo, a la orden de igualdad los siervos del General se desviven por sacarla de donde sea, no importan los disparates que se perpetren. Y como veremos, la igualdad no la quiere nadie, pero como la ha ordenado el General…
Los lactantes autonómicos, por ejemplo, invocan su derecho a mamar basándose en las diferencias del terruño donde quiere vivir sin trabajar, con respecto a otras tierras; alegando, si hace al caso, precedentes que se remontan en algunos casos a aquellas Cartas Pueblas que desde el siglo IX atomizaron los territorios desde Sepúlveda a Cardona o desde Balmaseda a Montánchez. O bien pretenden directamente que sumar 2+2 no es lo mismo en Monforte de Lemos que en Osuna, o que la tos de una señora de Figueras no puede compararse con la tos de otra señora de Cehegín.
En avión, tren o barco ha de notarse también la no igualdad del personal con posibles y la mugrienta chusma, mediante prebendas y chuches variados, faltaría más.
Esas televisiones que babean promulgando las excelencias de la igualdad y plañendo por la misma, no dudan en exponer a señoras anoréxicas a despeñarse desde lo alto de los zancos a donde las obligan a subirse para decir cuanto va a llover en Cuenca o contarnos a los que no llegamos a final de mes, lo bien que se lo pasan los ricos descansando de hacer nada. Nunca veremos en televisión a una señora de aspecto normal informando del clima o contando lo complicado que lo tienen los vagos para irse de vacaciones.
El concepto «socio» o VIP es utilizado con profusión para señalar al diferente hasta en un campo de fútbol, en un teatro o a la hora de obtener asistencia de un centro privado o de una simple grúa.
Los laboratorios farmacéuticos también saben de desigualdad. Si tu enfermedad no es del montón -de ésas que al tener millones de enfermos la amortización de la inversión se reparte, y con toda la jeta las llaman «raras»- vas apañao. Si te toca una enfermedad VIP sin ser un VIP, pues ya sabes lo que toca…
Y no digamos nada a la hora de palmar. Es ése trance en el que dicen que todos somos ¡por fin! iguales. Y una higa. No es lo mismo que te metan en una caja de aglomerado con tirafondos de latón, que en un estilizado féretro de caoba de las Indias Occidentales tapizado en satenes importados de Tsia Toung con cerramientos de carbono enriquecido. Ni que te planten en una hermosa parcela con delicadas estatuas rodeadas de zona verde con cipreses de Nueva Zelanda, que en un puto nicho del sexto piso con una foto cerámica pegada y encima teniendo como vecino al del quiosco de pipas.
Vivimos en una sociedad de imbéciles al por mayor. No sé si fue así siempre o casi siempre, pero ahora nos entra por los ojos. La respuesta ya sabes cual es: de dnde los cipreses… De momento, por desgracia, solo es posible como metáfora.