Una de las facetas humanas que más me divierte es cuando hablo con algún desconocido y observo como está tomando convencimiento de que soy idiota.
Claro, que supongo que le debo estar dando motivos…
Corre el rumor/bulo/creencia/opinión/maledicencia de que «la gente no quiere trabajar». Y como en cada cuestión hispana, hay voces que confirman y voces que disienten. Lo oportuno en estos casos suele ser meter el dedo en la llaga. Es lo que he hecho.
Caso 1
Una persiana de casa no cerraba bien y me puse en contacto con dos tiendas del barrio que arreglan persianas. La persiana lleva puesta 9 años, es de láminas térmicas y pequeña caja de aluminio con apertura delantera.
El primero en venir miró, suspiró, volvió a mirar, analizó, me miró y una vez convencido de que soy idiota me dio presupuesto: 100€, aclarando, ante mi cara a punto de infarto que «es que lleva trabajo… hay que quitar la tapa… mirar a ver…».
El segundo miró, no suspiró, me miró y noté perfectamente que me catalogaba como lerdo, echó un vistazo por la habitación en un cálculo bucaneril de mis posibles, y dijo la frase experta: «esto es que lleva trabajo… calcule 80€…«
Ambos científicos de la cosa persianera eran nativos del Foro.
Finalmente abrí, la tapa, alineé las láminas para que no rozasen en los laterales (que ése era el problema), cerré y listo. Cierra perfectamente. 12 minutos de reloj.
Caso 2
En la pared, sobre la puerta del baño, quería colocar un enchufe empotrado para conectar un calefactor… y llamé a un electricista del barrio. También nativo. Le expliqué que tras esa pared, en la otra estancia justamente había una caja de distribución, y que no tenía baldosines para reponer en caso de rotura.
La criatura analizó el problema planteado, resopló (parece obligatorio en tareas de alta complejidad), me echó la mirada esa en la que se puede ver que ya está plenamente convencido de que soy idiota, y añadiendo dos suspiros más me desveló sus elevados razonamientos técnico-científicos: «habrá que tomar la corriente de la luz del techo, poner una canaleta por la escayola del techo hasta la pared, y ahí colocar un enchufe de superficie… y eso…. ¡eso es mucho trabajo!… calcule usted por lo menos 300€…».
Y llamé a otro del barrio. Rumano. Escuchó lo que quería, lo entendió y lo hizo. Con verdadero arte desprendió uno de los baldosines, se lo llevó a su tienda, hizo el hueco para la caja de enchufe, vino, volvió a colocar el baldosín, conectó la caja del enchufe a la caja al otro lado de la pared, la empotró, colocó el embellecedor, sonrió contento, y me dijo: «Ya está». Cuando le pedí el precio para pagarle me dijo con cierto pudor: «Pues deme 37€».
El rumano me confirmó que el problema no es -únicamente- que falte trabajo, sino que los españoles trabajadores tenemos un concepto de nuestro valor en el mercado que no corresponde con el concepto que tienen de nosotros los empresarios. Y debo, en buena parte, darle la razón, a mi pesar.
¡¡ A autoestima no hay quien nos gane !!
Luego que los rumanos nos quitan el trabajo….
Siempre escucho, que lo haga un profesional que lo hará mejor… a una amable mujer que conozco muy de cerca le pusieron tarima en casa y tachan! todas las puertas rozaban, llamó, las cortaron como les dio la gana y seguían rozando. En cuestión, como tiene un hijo tonto, le toco hacer el trabajo sucio.
Contratamos un servicio de mantenimiento de calderas para que una vez al año nos la limpiaran y para el cambio de piezas y servicio técnico, que casualidad que cada vez que venia el técnico funcionaba bien la caldera. Tras varios años nos decía que había que cambiar la caldera que tiraba mal etc etc. Tras aprendernos un manual de unas 40 hojas y varios trucos de fontanería (y paciencia de amigos del gremio eso si) nos la limpiábamos y ajustábamos nosotros mismo.
Y si, amigo bloguero, hay a veces que NOS TOMAN EL PELO POR ENCIMA DE NUESTRAS POSIBILIDADES.
Pero la culpa es de los inmigrantes que saltan las vallas y de las personas con coleta.