902 – El secuestro silencioso

Ocurre como casi todo a nuestro alrededor: sin que nos demos cuenta de que está sucediendo. De repente comprobamos que hemos quedado aislados, sin posibilidad de que se nos escuche, de poder reclamar, de exigir, de ejercer esos derechos que una vez creímos tener…

Habrá usted observado que buena parte de las oficinas de aquellas grandes corporaciones bancarias o de servicios, a las que usted acudía a realizar sus gestiones, van desapareciendo poco a poco, en silencio.  Conforme aumentaron su cartera de clientes, se afanaron en despedir personal, cerrar oficinas y reemplazarlas por «atención» telefónica y «paǵinas web». Se acabó ir a ver a Jacinto, el director aquél tan eficiente y amable en aquella sucursal bancaria donde tenemos nuestro dinero para intentar negociar de nuevo nuestros compromisos, o a Nuria, aquella resolutiva y eficaz empleada de la gran compañía de servicios que atendía nuestras pólizas de asistencia. Se acabó. Ahora debe usted llamar a un 902… y rezar.

El motivo aparente es el ahorro. Despido personal, cierro oficinas, me lo monto por teléfono y ahorro una pasta. Este «análisis» sería correcto si partimos de creer que eso sólo pasa con un par o tres de oficinas de macro-entidades y que nos afecta a los pocos cientos de clientes de esas oficinas o agencias. Pero el asunto tiene mucho más alcance del que podamos percibir. Se trata de aislar al cliente poniendo un muro infranqueable.

Llamar a un 902 no implica sólo escuchar  musiquillas y soniquetes espantosos a precio de oro, ni soportar el mantra de cc«todos nuestros agentes están ocupados… bla, bla, bla»; implica que -hablo en términos generales y aplaudo las magníficas excepciones que afortunadamente existen- si somos perseverantes y resistimos los 10 o 30 minutos de ruidillos, al otro lado vamos a encontrar un ser irracional. Y no estoy insultando. Irracional significa que carece de la facultad de razonar o bien, opuesto a la razón o fuera de ella, y que no necesariamente se trata de un imbécil, sino que también puede darse el caso de gente inteligente que asume y admite ha sido contratada para comportarse como si no lo fuese. El caso final es que, repito, en términos generales, uno va a ser atendido (es un decir) por alguien que actúa como cortafuegos. Sólo después de colgar el teléfono se percibe con claridad el aislamiento e indefensión en el que hemos quedado.

En realidad, estamos a un clic de ratón de la desaparición social. Un clic (de un hacker o del gobierno de turno -global o local- ) basta para dejarnos sin poder disponer de nuestro dinero, desaparecer de la seguridad social, de nuestros seguros o de nuestra propia identidad.

Y hemos sido nosotros los que hemos abrazado con euforia y sin enterarnos, a ése secuestrador invisible, y lo hemos hecho en absoluto silencio. En el mismo que vamos a permanecer. Sin rechistar.

Esta entrada fue publicada en Social. Guarda el enlace permanente.

Una respuesta a 902 – El secuestro silencioso

  1. yo dijo:

    hay un par de peliculas sobre este tema bastante curradas:

    -La tierra sin humanos.

    _ El ultimo testigo

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.