SOLO HAY JUSTICIA CON RUIDO MEDIÁTICO

Nuevamente, hago  de abogado del diablo y pongo una  nota crítica donde, sólo debería haber satisfacción por el -aparente- beneficio social conseguido.

En un diario de tirada nacional, he leido recientemente una noticia que ocupaba la totalidad de una página, con fotografías incluidas, en las que con un gran titular daba cuenta del logro social obtenido tras una denuncia del referido periódico.

Una vez leída la noticia, sólo debería haberme producido una gran sonrisa de complacencia y un decirme a mí misma que se habia hecho justicia, pero en lugar de ello, me he sentido estafada y me ha quedado un regusto amargo que no puedo por menos de manifestar en este sitio en donde espero que alguno de los que me lean me digan si soy excesivamente puntillosa o tengo algo de razón en mi punto de vista.

La noticia en sí, daba cuenta de las vicisitudes de Elsa, Juana y Eva, una familia sudamericana, madre y dos hijas, que, excepto la hija pequeña, eran objeto de maltrato por sus respectivas parejas, y que en el año 2006 decidieron comprar una «casa pequeña y oscura», para lo cual pidieron una hipoteca de 240.000 euros  al banco, (ya me parece algo desproporcionada esa cantidad para una casa pequeña y oscura en el barrio de Entrevias), y teniendo como únicos ingresos el sueldo  de Elsa como trabajadora de una empresa de limpiezas.

En diciembre del 2009 y tras sufrir Elsa una paliza por parte de su esposo, quien le destrozó un pie, por lo que obtuvo la baja laboral, continuó pagando al banco durante 5 meses, pero en octubre de 2010, el banco le llevó  a los tribunales por impago de la hipoteca.

El 19 de julio de 2011, Bankia se adjudicó la casa por subasta y el 18 de junio de 2012, se emitió la sentencia definitiva de desahucio.

Su abogada, especializada en «fenómenos migratorios», más la plataforma «afectados por la hipoteca», más la difusión de este caso en las redes sociales, dieron como resultado el que Bankia se replantease el desahucio y llegara al acuerdo de formalizar un contrato más bajo de lo habitual, lo que coloquialmente se llama «alquiler social».

Hasta aquí la noticia, pero en lugar del lógico entusiasmo por el resultado  conseguido, sólo he conseguido indignarme por el agravio comparativo que han sufrido, y siguen sufriendo, cientos de ciudadanos españoles, honrados trabajadores, que, tal vez, no tengan a sus espaldas una historia tan «sensible» – léase familia inmigrante, desestructurada, mujeres maltratadas por sus parejas, embarazo  de una de ellas-,  pero que su historia es la de tantas y tantas familias, padre trabajador y madre en casa dedicada a lo que antaño se llamaba «sus labores» (gracias a Dios hoy en día sólo recordamos esa definición quienes tenemos unos ciertos años), ó tambien padres trabajando los dos, uno o dos hijos en edad lectiva, piso encargado al Banco, ya que decir comprado es lamentablemente falso, abuelos pensionistas que se encargan de echar una mano con los nietos, en fin, historias vulgares cotidianas , las que en un momento dado, se vienen abajo por el despido del cabeza de familia, único motor de los ingresos, o, de los dos padres, si trabajan ambos, con lo que la ruina es total, y que poco a poco a pesar de la ayuda de abuelos y familiares que casi nada pueden hacer con sus escasos ingresos, se ven abocados a dejar de pagar una hipoteca que suele oscilar entre los 500 y 900 euros, no necesariamente por una casa pequeña y oscura, sino por un piso luminoso, alegre, de dos dormitorios, o tres, en cualquier barrio de Madrid o alrededores, cerca del colegio o instituto de los hijos, en el que pusieron sus ilusiones y que, posiblemente llevan pagado más de la mitad de la deuda, pero, aquí está el motivo de mi nulo entusiasmo por la noticia leída, como no han protestado en redes sociales, no han acudido a abogados especializados en situaciones marginales, no han acudido a medio de comunicación alguno,  al no reunir su historia unas características sensibles, han sido puestos en la calle sin que las conciencias de nadie se hayan visto conmocionadas y sin que esa noticia haya trascendido más allá de los vecinos y familiares de las personas en cuestión.

Estoy segura que más de uno verá en mis palabras una cierta carga subliminal de crítica a la inmigración, o  a las personas que dedican su trabajo  a la marginalidad y olvidan a los que pertenecemos a la normalidad. Nada más lejos de mi intención, pero me gustaría saber por qué algo tan justo como la dación en pago, o el alquiler social que tanto alivio habría dado a tanta gente, tenga que ser aplicado en función del ruido producido, ¿es que las conciencias de los banqueros de Bankia, en este caso, o de cualquier otro banco, se mueven sólo si la critica traspasa los umbrales de lo estrictamente privado?, y ya que existe precedente, ¿no sería lo justo que todos los pisos desahuciados en los mismos términos que éste del que hablo, tuvieran sus propietarios el mismo trato que Bankia ha dado a Elsa, Juana y Eva?

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