Jubilación, castigo o premio

 

Siempre me resulta curioso observar como una misma palabra o una situación, suscita opiniones tan absolutamente opuestas en personas pertenecientes, por lo menos en apariencia, a un mismo nivel económico o cultural, y si se trata del tema de las jubilaciones los resultados son exactamente eso, diametralmente contrarios.

De todas las adiciones que puedan existir la que menos comprendo es la adicción al trabajo. No vayáis a pensar que soy persona irresponsable o vaga, todo lo contrario, pero he de reconocer que mi mayor aspiración sería vivir de las rentas (claro que una condición básica sería tener algo que te cause rentas, que no es mi caso) por lo que descartada esta opción y habida cuenta que realizo un trabajo rutinario y monótono, en donde no puedes demostrar que vales para algo o en donde puedas utilizar tu cerebro para algo más que para decir una y otra vez al ciudadano que tienes delante los requisitos para pedir un certificado necesario para otro montón de trámites que al (a la) pobre españolito (a) (se me olvida siempre que hay que estar acorde con los tiempos o sea, empobreciendo cada vez más nuestra rica lengua y olvidando el plural genérico que parece ser que está mal visto entre nuestros queridos políticos(as) porque discrimina), ¡cuánta gilipollez!, bueno, pues eso, que ya que realizo una tarea que nada me satisface lo único que me alegra un poco es ir contando los días que quedan para jubilarme. Pero cuantas veces (que son muchas) expreso la alegría que tengo al ver lo poco que queda para poder irme y empezar de verdad a hacer cosas que me gusten, las opiniones de los que me escuchan suelen ser de extrañeza, unas porque para jubilarse hay que cumplir años y claro las mujeres, sobre todo, lo suelen llevar muy mal y otras porque según ellos(as) no saben que pueden hacer con sus vidas, pues en general la idea de jubilarse les parece una opción no por inevitable menos mala, y me suelen preguntar como si fuera un bicho raro «¿y que vas a hacer en casa?, ya verás como se te va a caer la casa encima» y a mi lo que me parece difícil explicarles es que me va a suceder como a un amigo de mi hermano que cuando se jubiló le comentó que no sabía de donde sacaba tiempo para ir al trabajo.

Bien es verdad que hablo como una integrante más de la masa trabajadora a la que el trabajo en nada enriquece su vida, otra cosa totalmente diferente es aquel (lla) (como veis soy contumaz en el error de olvidar expresar los dos géneros al hablar, vamos que me tengo que reciclar urgentemente) que realiza una actividad vocacional y por ello enormemente gratificante, sería el caso de profesionales sanitarios, o dedicados a la investigación o todo lo que roce creatividad: pintura, escultura, música, en fin todo ese tipo de tareas elegidas por uno mismo y en las que cada día puedes aportar algo de ti.

Estaba pensando que hace ya bastante tiempo también se podía decir que era un trabajo vocacional y muy gratificante aquel (lla) que ejercía de maestro (a) (observaréis que voy progresando en no discriminar a nadie) pero ahora aparte de haberse convertido en un trabajo de alto riesgo para la salud mental y física del (de la) que lo ejerce y habida cuenta que en los colegios han establecido como sinónimos las palabras educar = reprimir y todo (a) aquel (lla) que educa o sea reprime, es reo de la justicia. generalmente a instancias de unos (as) padres (madres) que han olvidado que debían ser ellos (ellas) los (las) que se encargaran de la parte educacional de los hijos (as) (el progreso mío va en aumento) y los colegios solamente del aspecto formativo. dudo mucho que los profesionales de la enseñanza no vean con alborozo la idea de jubilarse cuanto antes.

Ya que tengo la suerte de contar con muchos maestros entre mis amigos, podemos lanzárles la pregunta de si estarían encantados de continuar hasta los sesenta y cinco años o sí no ven la hora de poder jubilarse a los sesenta si tienen los años laborales que son precisos para ello.

Es un misterio para mi la cantidad de pacientes que tienen los psicólogos y psiquiatras a cuenta de la llegada de la jubilación. Son todas esas personas para las que ese día les representa su final como ser activo. el sentir que «ya no sirven para nada» que «ya no tienen nada que hacer en la vida», cuando debería ser todo lo contrario, un tiempo para ser uno mismo, para disfrutar de cosas tan sencillas como pasear, leer, descubrir los mil y un lugares de la ciudad en la que vivimos y que seguro desconocemos, un tiempo para compartir con tus amigos o con tu pareja (si verdaderamente es eso, pareja) esos instantes que antes el trabajo te vedaba, para compartir con ella (pareja ¿eh?) paisajes o lugares que sin tener sus ojos cerca no serían lo mismo. siempre pienso que quien así se siente es aquel que no tiene una vida privada que pueda definirse como feliz, aquel para el que su casa no es un hogar, aquel hombre que mira a su mujer y lo único que piensa es «¿de que puedo hablar con ella?», o aquella mujer que dice esa frase tan oída de «vaya estorbo tener a mi marido todo el día en casa», son personas que se han acostumbrado el uno al otro mientras no interfieran demasiado, personas que han dejado de estar enamoradas y les resulta insoportable la idea de estar solos, pero yo soy de las que creen que aunque la pasión se adormezca, el placer de ver al otro, hablar, acariciarse con ternura aunque no haya un deseo sexual en ese gesto, son cosas que no mueren nunca mientras ames a tu pareja con todos sus defectos y sus escasas virtudes o viceversa, y que compartir una buena película, un comentario del periódico, o simplemente una tarea domestica pueden hacer que el balance del día sea de lo mas positivo, y que no sería igual si no tuvieras al lado alguien con quien quisieras vivir esas sencillas sensaciones.

Siempre que pienso en la jubilación y en las opuestas opiniones de la gente me hace compararlo con la llegada de la menopausia en la mujer, es otro de los misterios incomprensibles para mi. Hay mujeres para las que el final de su etapa reproductora resulta de lo más frustrante y no por el hecho de no poder concebir, sino por la sensación de que su vida como mujer se ha terminado, son cosas que yo las adjudico a siglos pasados pero que aquí y ahora se siguen repitiendo. Son mujeres que rechazan a sus maridos. Son aquellas que piensan que ya son viejas y nada deseables. Sin embargo para otro numeroso grupo de féminas, es toda una liberación, es el final de una esclavitud, es el final del miedo al embarazo no deseado. El no tener que pensar en métodos anticonceptivos, ni tener que pensar en si hoy es un día bueno para el amor sin relacionarlo con días fértiles. Es el final de tantas angustias cuando la regla no llega en el día que debería haber llegado, es el final de molestias e incomodidades que parece mentira que en el siglo que vivimos, no se inventen cosas más cómodas para hacer más llevaderos esos días. Es por encima de todo, el comienzo de una vida sexual espontánea y nada encorsetada. Pero está visto que el ser humano es contradictorio y eso es enriquecedor. Las opiniones no deben ser unánimes, lo importante sería que cada uno con su manera de pensar fuera lo más feliz posible, y que para unos castigo y para otros premio, supieran aprovechar al máximo ese tiempo que la vida les concede para redescubrir sus corazones, para redescubrir su entorno. para redescubrir a los demás, para no estar tan crispado, para alegrarse de que las envidias y las zancadillas, tan inevitables en el ambiente laboral, se hayan terminado, en resumen: para ser feliz con lo que se tiene en el momento en que se tiene.

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2 respuestas a Jubilación, castigo o premio

  1. Luigi dijo:

    Enhorabuena por el artículo. Desde mi punto de vista da en el clavo en muchos aspectos muy importantes. Para multitud de trabajadores españoles las soluciones gloriosas que consistieron en jubilaciones a los 55 años, o antes, y que lo siguen siendo… fueron demoledoras. Si es cierto que se consiguió preservar los sueldos -lo que no es poco- y no ir al paro, pero en la práctica muchos de ellos asumieron esa situación pensando que eran ya personas inválidas para el trabajo ¡en plena madurez intelectual!. Entre ellos, mi padre, que puedo asegurar que nunca más fue el mismo y que por entonces se encontraba con plena capacidad laboral.
    Los más afortunados o inquietos consiguieron un pequeño trabajo, las típicas chapuzas, sin que hacienda se enterase, y pudieron, más o menos, pasar el trago. Ni qué decir que otros muchos se sintieron tan a gusto por diferentes motivos, todo hay que decirlo. Si pensamos en el conjunto de la sociedad, la jubilación no debería ser algo impuesto por nadie sino un derecho, y como tal derecho susceptible de ser ejercido a la edad que uno considere adecuada. De la misma manera, muchos trabajos que implican un esfuerzo físico notable, como la construcción o la agricultura, deben seguir siendo tratados aparte.
    Cuando a un trabajador «se le jubila» se da por hecho que poco menos que le ha tocado la lotería, y esta absurda idea, una de tantas en esta gloriosa España, debería ser desterrada para siempre. En otros lugares se ha optado por una solución ingeniosa. Algo así como los «minijobs». El estado proporciona cauces para que las empresas o el propio estado se encargue de proporcionar trabajo remunerado a personas jubiladas a cambio de una ayuda complementaria. Y muchos trabajadores, jubilados forzosos, aceptan con tal de no quedarse en sus casas siendo poco más que cuidadores de nietos en el mejor de los casos. Como dirían los psicólogos, la autoestima del jubilado sube, enferma menos, tiee un mayor poder adquisitivo, deja de ser tratado como un retrasado mental vía viajes del IMSERSO y todo el mundo sale beneficiado. Me imagino que soluciones como ésta serán tachadas de terrorismo laboral por los de siempre, pero quienes lo han puesto en marcha son países tan poco dudosos como Israel, Japón o algunos países del norte de Europa que son la envidia de tantos.
    Luigi.

    • Meli dijo:

      Gracias por tu interesante comentario. Me quedo, sobre todo, con tu acertada visión de que la jubilación no debería ser impuesta por nadie sino un derecho, y me parece una excelente idea el proporcionar a aquellos jubilados que lo deseen trabajo a cambio de una ayuda complementaria.

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