Presumimos de tener muchos ojos en el cielo y con buena vista, capaces de leer la matrícula de un coche, distinguir un tipo de fusil o la vestimenta de una persona, lo que obliga a pensar cuáles deben ser las dificultades para localizar, controlar e identificar a las mafias que negocian con el miedo de los que buscan refugio y amparo huyendo de las matanzas, sean estas el jinete del hambre o el de la guerra. No vale escudarse en que entre esas masas de personas quizá esté el que mañana puede matarme, porque quizá entre ellos esté quien ha de salvarme.

Escenario de comercio con humanos entre Turquía y Grecia
Mucho más fácil es controlar en el desierto, tal como nos han acostumbrado a comprobar las imágenes de los drones en televisión, el movimiento hasta de un chacal, lo que hace imposible creer que nada se supiera del trasiego de entre 30.000 y 50.000 barriles de petróleo que DAESH viene vendiendo a diario para financiar una parte de su sistema. Como imposible es creer que no se localizara, controlara e identificara a los compradores que facilitan su financiación.

Zona de Raqqah en Siria, controlada por DAESH
Al intervenir los rusos en la zona de Siria, comentaban extrañados que durante el tiempo que la coalición llevaba interviniendo en ése área, la actividad de DAESH no sólo no había mermado sino que había crecido, y que ellos habían destruido sin problema algunos cientos de transportes del petróleo de DAESH.
Con independencia del contenido real de ese iceberg de «intervenciones» extranjeras en el macronegocio de DAESH, lo cierto es que la sociedad occidental (también conocida como los buenos, o algún tipo de unión tipo ONU, UE o USA) hace gala de una exquisita ceguera y sin molestarse ni en disimular.
Muy bien hemos debido hacerlo para que tantos gobiernos estén convencidos de que somos imbéciles de baba.
Hay una serie policiaca americana llamada The Wire, cuya primera trmporada finaliza con esta frase «sigue el rastro de la droga y te encontraras camellos y traficantes, sigue el rastro del dinero y te llevaras muchas sorpresas»
Pero los rusos son los malos y tal
O como decía un analista de la tapadera del 11-M: al final todo es dinero.
Poderoso caballero, sí señor.