Últimamente, escuches lo que escuches, sea en la radio o en la televisión, sea leyendo el periódico que más te interese o, simplemente prestando atención al personal allá donde te encuentres, en tu lugar de trabajo, en la playa si estás de vacaciones, en el bar mientras tomas un café, paseando por cualquier lugar en busca de un alivio al calor de este mes de julio, no se habla o escribe más que de políticos o miembros de la clase dirigente corrompidos hasta el tuétano, vamos, en lenguaje coloquial vulgares chorizos con apariencia de gente bien. Es curioso que recordando cuando España era un glorioso imperio en donde jamás se ponía el sol y en donde había tantos bosques que se decía que una ardilla podría recorrer España de árbol en árbol sin tocar jamás el suelo, ahora podríamos decir lo mismo pero cambiando los árboles por corruptos. Son tantos que efectivamente la ardilla podría recorrerse el país sin que sus pequeñas patas tocaran el suelo.
En estas cosas pensaba, mientras la radio me hacía llegar el terrible bajón del fondo de reserva de las pensiones, debido a la metida de mano de los políticos de turno para tapar agujeros que se taparían perfectamente con solo que empezaran a devolver tanto como han robado y quitándose alguno, no hace falta todos, de sus múltiples privilegios, cuando mi teléfono móvil vibró con la alegre musiquilla que me anunciaba la entrada de un whatsapp. Era mi hermana que, desde Roma, me hacía llegar noticias familiares. Poco después un tema llevó a otro y whatsapp trás whatsapp empezamos a hablar de sinvergüenzas. No hace falta poner la palabra político, ya se ha convertido en sinónimo. Cada una hablaba de los nuevos escándalos destapados, yo creo que intentando ganar en corruptos a la otra, y de pronto mi hermana me habló de la última sentencia judicial italiana y……me quedé sin habla. Me reí con ganas y por supuesto di como ganadora a Italia y a su vez felicité a los italianos por haber resucitado a Alberto Sordi. Voy a intentar relataros la historia y presentaros a su protagonista.
Claudio Scajola, nacido en 1948, hijo de un dirigente antifascista fundador de la Democracia Cristiana. Ha sido, diputado, Coordinador y Ministro del Interior con Forza Italia. Dimitió en julio de 2002 a raíz de la polémica surgida con el caso Biagi , para posteriormente volver a ser Ministro de la Actividad Productiva y Ministro de Desarrollo Económico hasta el 2010.
En 2004 compró un piso de 210 metros cuadrados con vistas al Coliseo por 600.000 euros, siendo en realidad el precio pagado a las dos propietarias del inmueble, 1.700.000 euros. Del 1.100.000 euros no declarados dijo no saber nada. La escritura fue firmada en una sala de su Ministerio. El notario se desplazó hasta esa Sede porque, según dijo, su trabajo no le dejaba tiempo libre.
Al destaparse el escándalo dimitió de su cargo.
Al dimitir, hizo unas declaraciones en televisión que intentaré transcribir lo más fielmente posible:
«Me enteré por los periódicos que alguien a mia insaputa (sin yo saberlo) ha comprado la casa en la que vivo y me la está pagando, no puedo aceptar una cosa de esta clase y debo renunciar a los compromisos ministeriales para indagar, y si encuentro a aquél que me está pagando la casa, juro que se lo haré pagar caro»
(a esto se llama en madrileño castizo tener un morro que se lo pisa).
La declaración siguió en parecidos términos, expresando que la casa le había costado 600.000 euros y que si antes o después de la firma alguien había dado más dinero a esas señoras propietarias, él no tiene nada que ver. También dijo no saber nada del coste de la reforma total que se efectuó en el inmueble y que alguien también «a sua insaputa» (sin él saberlo) se encargó de pagar. (toma castaña)
No contento con ésto, añadió que alguien había efectuado el pago de su vivienda con algún oscuro fin contra él.
Sobre las reformas aportó facturas ridículas y aseguró que jamás pensó que alguien estuviera pagando el resto, sino que pensaba que ese era el precio real de las reformas. Añadió que tiene amigos verdaderos que posiblemente al ver que se quedó sin patrimonio después de la compra del inmueble por lo que él pensaba que era su precio (600.000), querían ayudarle con los gastos del arreglo sin humillarle y por eso no decían nada y lo hacían en secreto, «a mia insaputa». (Hay que reconocer que el sujeto es genial)
Entre la ciudadanía italiana esa frase A mia insaputa, ha pasado a ser del acervo popular y utilizado como chascarrillo.
El Tribunal, tras dictar una sentencia que ocupó 49 folios para intentar razonar lo irrazonable, le absolvió porque se no se ha podido demostrar que lo supiera. Fue declarado «inconsapevole» (inconsciente).
Hay que reconocer que hay que tener la cara más dura que el cemento armado para efectuar tales declaraciones. Ésto ha superado a nuestro Molt Honorable que a lo largo de más de 30 años no encontró el momento de regularizar sus cuentas con Hacienda. Vaya por Dios.
El gran Alberto Sordi, «Albertone», decía que inventaba sus personajes observando a los italianos. Cuando dejó de hacer películas comentó que lo dejaba porque los políticos le habían superado en cinismo y comicidad.
Así que…. ya sabéis, a ver si nos sale alguien que A Nostra Insaputa (sin nosotros saberlo) nos pague la hipoteca, la letra del coche o un apartamento en la playa, y eso si, en caso de que Hacienda nos pille, sólo tenemos que decir que sin nosotros saberlo alguien nos ha pagado esas cosas.
¿A que este ministro italiano ha superado a cualquiera de nuestros corruptos españoles?
Yo quiero un «insaputa» de esos que me ingrese tres mil euros(o más) todos los meses, no creo que haya que irse a Italia a vivir, porque en España las mujeres de maridos imputados en delitos de robar dinero tampoco «insaputan» nada, y eso que firmaban ellas y todo (por amor, eso sí). Y si ellas pueden porque nosotras no? eh!!
Estos italianos son todo un referente para nosotros, geniales. Lo que ocurre aquí es que pocos son llevados ante un Tribunal por lo que no tenemos la posibilidad de que se dicten sentencias similares. También de chiste en este país fueron las declaraciones del cuñado de Jordi Pujol manifestando entre indignado y compasivo (con su honorable) que su mujer y hermana de Jordi no tenía ni idea de que existiera una herencia. Nos vamos acercando…..