Hace tan solo 3 días, escribí sobre el inaudito caso de depredación del que fui testigo, por parte de un empleado del ayuntamiento de Madrid carente de control sobre su miseria moral.
Ahora cae en mis manos un folleto sindicalista convocando a la peña para acabar con la austeridad, en el que pueden leerse «14 razones para acabar con la austeridad» y ha sido leer esas 14 «razones» lo que me ha convencido de que la procacidad se ha instalado de manera definitiva en esto que llamamos sociedad. Reconozco que para manejar a un país líder en fracaso académico, alcoholismo y drogadición»tempranos» y que a los 18 tacos aún lo quieren mandar al pediatra y a los 45 le siguen llamando «joven», tampoco hace falta un doctorado en demagogia simplona, pero se podía intentar guardar un poquito las formas. Digo yo…
Resulta que en un país con 6 millones de parados, 3,5 millones de «funcionarios», subvencionador de cultura (siempre que cultura=cine), una estructura industrial laminada, un tejido empresarial etéreo y en auto-extinción, patronales y sindicatos investigados por la Justicia, sea precisamente uno de estos sindicatos, el que recomienda decir NO a la austeridad, igual que el gobierno que le mantiene. Y encima pretende dar 14 «razones«.
A ver: si por razón entendemos palabras con las que se acompaña el discurso, pues vale. Ahora, si se refiere al acto individual de discurrir el entendimiento, fracasa. Es una demagogia cómoda porque está apoyada por la tribu de la cosa monárquica, medio millón de gentes auto denominadas «políticos» y los parásitos que suelen infestarlos a todos ellos, porque ninguno de ellos está dispuesto a bajarse de la carroza o abandonar su palacio, pero reconocer que estamos vampirizados democráticamente no excluye estar vampirizados.
Para comenzar, un sindicato que dice ser obrero y a la vez está subvencionado por el gobierno, aparte de ser un contrasentido, sonroja a los sindicalistas italianos, británicos o polacos. Para continuar, el ejemplo que dan de contención de gasto no lo emplearía ni una escuela de gangsters de Chicago. Para finalizar ¿de quién cree esta gente que sale la leche de la teta?. Piden (No. mejor dicen que pidamos nosotros) su clásico: «libre», «gratuito», «social», «público». ¿pero de dónde quieren que creamos que sale «lo gratis»?. Añaden, como de pasada el viejo eslogan de «que paguen los ricos», y confían en que nadie se pare a discurrir el entendimiento que todo eso de «gratuito», «público» etc. lo paga el mismo de siempre, y que el rico es rico, entre otras cosas, por que no paga.
Luego tiene algunos toques vintage progrecasposo: «…a favor de las empresas y en contra de las y los trabajadores.», «… se hace necesario que irrumpa el diálogo social…». ¿A qué llamará «diálogo social» un sindicato que trinca del gobierno?.
Sospecho que no es el gobierno el único que piensa que somos gilis… ni el único al que no le falta razón