Al final se la ha llevado

Vocero2

Poco después de la una del mediodía. Una calle del casco antiguo de Madrid.

Voy caminando por una acera estrecha, y a mi derecha hay un edificio que es un colegio público. A una verja veo sujetas dos bicicletas de niños pequeños (para unos 5 años como mucho). En la calzada, frente a las dos bicicletas está detenido un empleado municipal de la limpieza, en torno a los 50 tacos y aspecto indígena, con su uniforme y letreros habituales, con un carro de esos en los que llevan unos cubos, la escoba y recogedor. El hombre me mira, se acerca a las bicicletas y comienza a tirar del manillar de una de ellas. Paso junto a él y sigue tirando. Mas adelante me detengo y me vuelvo: está tirando de una de las empuñaduras del manillar. Me mira y compone una sonrisa esperando una reacción «tolerante». Me quedo quieto pero no ve tolerancia. Se recompone, coge la escoba y aparenta barrer. Como ve que no me muevo , mueve el carrito y desaparece tras la esquina. Le espero. Vuelve a asomarse. Nada. No se corta ni con el as de espadas. Ahora amago yo. Hago que me voy, doblo la esquina, espero y me asomo. ¿Qué hace el pavo?. Exacto: tirando de la empuñadura. La suelta y vuelve a aparentar que barre y finalmente parece marcharse.

Como la cosa no tiene arreglo, me voy. Media hora después paso de nuevo y compruebo la clase de paisano que ha contratado el IMG_20140401_140125ayuntamiento. Con uniforme municipal, en horas de trabajo, a la luz del día y no se ha cortado para robar algo de 70 ceńtimos a un niño de 5 años.  Deduzco que será «amigo de alguien».  El pobre desgraciado seguramente dirá que hace lo mismo que el gobierno: robar a los débiles. Y claro, ¿quién se atreve a llevarle la contraria?

Esta entrada fue publicada en Social. Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.